Jueves, 13 de mayo de 2021 – Año XV – Edición 3723 – http://hidroboletinfentap.blogspot.pe
HIDROBOLETÍN FENTAP
La FENTAP informa:
PERÚ – Puno. Pobladores protestan contra la contaminación. Población
de Itapalluni cuestiona a la municipalidad puneña
PERÚ – Puno. Sector Vivienda se compromete a acelerar presupuesto
para proyecto de agua de Juliaca
PERÚ – Tacna. Alcalde de Palca asegura que en agosto iniciará obra
en Alto Perú
PERÚ – Entrevista. “Pensar que la gente es manipulada por actores
comunistas es una muestra de desprecio”. Entrevista al antropólogo y profesor
de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Guillermo Salas Carreño
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Pobladores protestan contra la
contaminación
Población
de Itapalluni cuestiona a la municipalidad puneña
El presidente de la Asociación de Productores Agropecuarios
de Itapalluni, Leandro Velásquez Catari, y decenas de pobladores, hicieron un
plantón frente al municipio de Puno, denunciando que el botadero de Itapalluni
contamina el río de la zona.
Recordó que el acuerdo inicial con la comuna, para la
instalación del reservorio de basura, fue crear fuentes de trabajo en beneficio
de la población. “Nos han hecho promesas y más promesas (…) solo nos contratan
por dos meses”, sostuvo.
Acotó que la contaminación afecta a los productores
agropecuarios que se dedican a la crianza de animales. “Las autoridades
mencionaron que estas aguas son aptas para el consumo humano… Pues invito a las
autoridades a beber de esta agua”, desafió.
Finalmente, dijo que están bloqueando el ingreso a
Itapalluni, a fin de que sus protestas sean escuchadas. “Vamos a invocar y
llamar a los pobladores de Collacachi, Inchupalla, y de las jurisdicciones de
los centros poblados a que se sumen a esta medida de lucha para ingresar a la
huelga indefinida”, advirtió. https://www.losandes.com.pe/
Sector Vivienda se compromete a
acelerar presupuesto para proyecto de agua de Juliaca
El Ministerio de Vivienda,
Construcción y Saneamiento, se comprometió a darle celeridad al trámite para
asignar presupuesto al proyecto integral de agua y saneamiento de la provincia
de San Román, informó el presidente del Comité de Gestión, Filomeno Conza
Mamani.
El dirigente informó que este
compromiso lo asumió la titular del sector, Solangel Natali Fernández Huanqui,
con quien tuvieron un contacto en medio de la paralización de 48 horas que
desarrollaron ayer martes.
Precisamente, los pobladores se
concentraron en los cuatros conos de la ciudad de Juliaca, donde utilizando
llantas vidrios y piedras, iniciaron el bloqueo de las vías, exigiendo la
pronta asignación del presupuesto para esta obra tan anhelada. Las salidas a
Puno, Huancané, Arequipa y Cusco fueron los puntos más fuertes de los bloqueos,
donde los piquetes de huelguistas, tuvieron una concentración masiva.
“Es lamentable que nuestras
autoridades permitan que el pueblo viva en pésimas condiciones, ya que la
mayoría tiene posos y al costado los silos, aparte que no tenemos para lavarnos
las manos por esta pandemia” señaló Conza Mamani. https://www.pachamamaradio.org/
Alcalde de Palca asegura que en
agosto iniciará obra en Alto Perú
El alcalde de Palca Héctor
Mamani Canaviri se defendió de los reclamos de sus coterráneos luego de la
protesta en la oficina de enlace para reclamar la ejecución de obras en el
distrito.
Aseguró que no es cierto que no
esté ejecutando obras y que justamente para agosto está programado el inicio de
la obra de agua y desagüe en el centro poblado Alto Perú, por un aproximado de
1 millón de soles, que beneficiará a los moradores con la generación de
empleos.
Proyectos programados este año
Posteriormente comenzarán los
proyectos de mejoramiento de la plaza del poblado de Ancomarca y la degradación
de suelos de Vilavilani y Palca, para favorecer a la agricultura, explicó.
Dijo que atiende en la oficina
de enlace en Tacna porque, aunque esté en Palca no podría recorrer todas las
comunidades porque están muy separadas entre sí y los dirigentes viven en
Tacna. https://diariocorreo.pe/
“Pensar que la gente es manipulada
por actores comunistas es una muestra de desprecio”. Entrevista al antropólogo
y profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Guillermo Salas
Carreño
Como ocurre desde hace dos
décadas, las regiones del sur volvieron a votar por una de las propuestas de
izquierda durante la primera vuelta de las Elecciones Generales. En Tacna,
Moquegua, Arequipa, Apurímac, Ayacucho, Cusco y Puno el triunfo del candidato
de Perú Libre, Pedro Castillo, fue rotundo. Y si analizamos más en detalle cómo
se votó en los principales distritos con las operaciones mineras más
importantes del país, el porcentaje que alcanzó Castillo también fue
ampliamente mayoritario.
Uno de los síntomas de la frágil
situación del sur peruano son los conflictos sociales relacionados a las
actividades extractivas. En 2020, las protestas contra la minera Antapaccay [de
la compañía suiza Glencore], por ejemplo, dejaron un saldo de 12 heridos en
Cusco, según la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos. En medio de la
crisis por la Covid-19 y una campaña electoral polarizada, los reclamos y el
malestar de las personas que viven por años al margen de los beneficios
estatales, se sienten aún más presentes.
Guillermo Salas Carreño, antropólogo
y profesor de la Maestría de Antropología Visual de la Pontificia Universidad
Católica del Perú, ha estudiado durante casi las dos últimas décadas las
relaciones entre actividades extractivas y las comunidades rurales de Cusco y
Áncash. Para el especialista, la desatención de las demandas de los pueblos más
vulnerables responde a un racismo estructural que debe ser erradicado desde el
Estado: “Creer que las personas que protestan lo hacen porque son manipuladas
es una expresión muy clara y obvia del racismo que está permeando las
percepciones de estos conflictos”, dice.
Es evidente el descontento de
muchos peruanos y peruanas a nivel nacional, ¿cuáles considera usted que son
las principales razones de este hartazgo, además de la pandemia y el panorama
electoral?
No es un descontento nuevo. El
triunfo de Ollanta Humala en la elección de 2011 fue, en parte, resultado de
esa misma actitud crítica frente a lo que hemos vivido desde los ‘90, con las
reformas neoliberales. Con la pandemia está mucho más claro el nivel de
precariedad en el que vive la gente. Tenemos un sistema de salud y una
educación que son un desastre luego de 30 años de neoliberalismo y 20 años de
crecimiento sostenido.
Hay, además, un discurso
triunfalista desde el Estado, las empresas, la publicidad. Nos vienen diciendo
“qué bien estamos creciendo”, “sí se puede”, “todo está progresando”, pero ese
entusiasmo no se refleja para nada cuando vas a un hospital público. Eso
pasaba, incluso, antes de la pandemia. Hay un desfase entre esa celebración en
los medios masivos y la realidad de la gente que trabaja más de ocho horas al
día, sin ningún beneficio laboral y en condiciones super duras, con un
transporte público colapsado, con servicios de salud pésimos y con un sistema
educativo precario.
Eso está pasando en todo el
país, pero en las regiones se siente más la falta de interés del Gobierno y de
los distintos niveles del Estado. Hay una capacidad de gestión bien pobre. No
solo de los gobiernos regionales, sino también del gobierno nacional para
implementar medidas concretas que eleven el nivel de bienestar.
Para muchos de sus electores, el
gobierno de Ollanta Humala resultó una promesa incumplida. En 2016, parte del
apoyo a Pedro Pablo Kuczynski en la segunda vuelta electoral fue, en realidad,
un voto contra el fujimorismo, ¿cree que estamos frente a un escenario similar?
Humala decepcionó la esperanza
de cambio. Por más que digan que fue un político de izquierda, uno ve lo que
pasó en el Ministerio de Economía y Finanzas y nota una clara continuidad en el
manejo económico que se hizo. Su gobierno tampoco significó un gran cambio para
el sistema de salud. Sí hubo un esfuerzo para hacer una reforma educativa, pero
no cambió radicalmente las condiciones. Desde el punto de vista del ciudadano
común y corriente, que sufre estas condiciones de precariedad, no hubo
evolución. Sin embargo, las élites económicas nunca acogieron a Humala del
todo, a pesar de que su gobierno estuvo bastante alineado con los intereses de
las grandes empresas.
Esa insatisfacción ciudadana la
vemos bien expresada en el fenómeno Castillo. Más allá de su programa de
gobierno o de su ideología, creo que la gran mayoría de la gente que vota por
él lo hace porque tiene un carisma muy particular, que está encarnado en quién
es como persona: es alguien que podría ser su tío, su primo, su compadre, que
además habla y dice las cosas que a la gente le preocupan. Lo ven como un igual
en su modo de actuar, en su trabajo, en su forma de expresarse y vestirse. No
es alguien de la élite que pretende entender al pueblo, sino que es claramente
alguien del pueblo y la gente se da cuenta de eso.
Usted ha estudiado algunas
comunidades andinas de Áncash o Cusco en las que se realizan actividades
extractivas. En todos estos años de investigación, ¿qué conflictos constantes
identificó y considera que son impostergables?
La gran mayoría de conflictos
con proyectos mineros no son casos en los que la gente no quiera el proyecto.
En muchos de ellos se trata de obras ya establecidas o que están comenzando y
la gente no quiere ser perjudicada o quiere participar de los beneficios. Me
parece algo razonable, porque no hay cimentaciones del Estado para proteger,
escuchar y dialogar con sus ciudadanos.
Es lo que ha venido pasando en
el Corredor Minero del Sur, que conecta a Las Bambas [Apurímac, de la minera
china MMG], Espinar, Tintaya, Antapaccay [Cusco, operadas por la minera suiza
Glencore] y varios proyectos que están vinculados geográficamente. Lo que vemos
son declaraciones de emergencia preventivas, antes de que estallen los
conflictos, y que el Estado mantiene, sin ningún problema, a toda la población
sin derechos constitucionales. Esa no es la actitud de un Estado democrático,
es inaceptable.
Por otro lado, en Espinar, donde
hay problemas claros de contaminación en el agua, se estaba escondiendo los
resultados de los análisis de la presencia de metales pesados a la población. Y
a la vez, cuando la gente protesta, vemos una violencia policial contra los
manifestantes, con claras violaciones a los derechos humanos, asesinatos,
criminalización de los líderes de las protestas, que pueden ser incluso
autoridades elegidas en votación.
Lo mismo con Las Bambas: hacen
cambios legislativos que provocan modificaciones serias en el diseño del
proyecto, pero no los consultan ni comunican a la población. En todos estos
casos, vemos a un Estado que no funciona para escuchar y atender las demandas
de ciudadanos que están siendo afectados por proyectos extractivos.
La Defensoría registra que la
mayoría de los conflictos sociales en Perú están relacionados, desde hace años,
con actividades extractivas. ¿Por qué se han dilatado durante tanto tiempo?
Hay muchas cosas que median el
asunto. De cierta forma, esto se explica por un racismo estructural. Es decir,
la geografía de Perú está racializada. De acuerdo a donde uno vive, uno tiene
diferente estatus y valor como ser humano. No todos los que vivimos en este
territorio valemos igual, pues ese valor está mediado por la raza y la
etnicidad.
Por ejemplo, en noviembre de
2020 murieron Inti y Bryan en Lima, ciertamente en una coyuntura muy
particular. Pero el nivel de shock que provocaron esas dos muertes no es
comparable con el de semanas después, cuando dos personas fueron asesinadas en
Virú [Jorge Muñoz y Kanuner Rodríguez]. Si a mí me preguntan cómo se llamaban,
no podría responder. O el de las personas kukamas [Wilian López Ijuma,
Chemilton Flores Crispín, y Elix Ruiz Ortiz] que murieron en la Amazonía poco
antes, en una estación de petróleo [Lote 95, de PetroTal]. Hay una clara
diferencia entre qué muertos del sector popular son más recordados que otros.
El Estado también está tratando a estas poblaciones de manera diferenciada.
Quienes no tienen poder, recursos, llegada a las instituciones o a los
funcionarios adecuados son postergados. Hay una debilidad institucional y, de
alguna manera, en la sociedad civil. No hay una organización de comunidades
indígenas como en los ‘70 o como la de los Andes de Bolivia o Ecuador.
No creo que esta desatención se
explique por una perversidad esencial del Estado, sino que es un problema
sistémico de postergación. Se debe construir una institucionalidad que atienda
estos problemas y entienda que son conflictos que cuestan demasiado al país. No
solo a la comunidad concreta que hay que atender, sino a la sociedad en
general. Si el Estado vela por el bienestar común, debe intentar combatir esta
ideología de trato diferenciado a las diversas poblaciones. El combate a ese
racismo tiene que estar en la agenda del Estado, se deben hacer esfuerzos para
que los problemas de los más excluidos sean prioritarios. Eso es lo que está
pidiendo la gente hace rato.
La paradoja de la abundancia de
recursos, mientras muchas personas continúan viviendo en la pobreza.
Sí, muy claro. En Conchucos, por
ejemplo, que es una zona muy pobre de Áncash, llegó Antamina, el proyecto más
grande de la región y uno de los más grandes del país, pero cuando vino el
canon minero a los municipios distritales, provinciales y a la región, lo que
vimos fue que no tenían la capacidad para gestionar estos niveles de dinero.
Hubo una explosión de corrupción a todo nivel. Eso también causa mucha
frustración.
¿Por qué considera que algunas
de las protestas o manifestaciones ciudadanas se suelen calificar como
“radicales”?
Hay un reclamo de cambio serio
en el modelo, que creo que no da para más después de esta pandemia. Calificar
ciertas situaciones de protesta como radicalismo también muestra prejuicios
racistas. O cuando varios medios de comunicación, gente que influye en sus
opiniones en la esfera pública, autoridades e inclusive representantes de
empresas asumen que la gente protesta porque está manipulada. Eso es
absolutamente insultante.
Además, vivimos con el “cuco” de
los terroristas, es un fantasma que moviliza a la gente y criminaliza las
protestas. Cierta vez, inclusive, el representante de una empresa privada habló
del “terrorismo antiminero”. Es muy irresponsable plantear esos términos con
todo lo que hemos sufrido con Sendero Luminoso. Está también el “cuco” de Hugo
Chávez y el comunismo internacional y no sé qué conspiraciones.
Pensar que la gente es
manipulada por actores internacionales, por terroristas locales o por
comunistas que odian el progreso muestra un desprecio muy grande hacía gran
parte de la población. Como si no tuvieran criterio o fueran borregos a quienes
se les puede mandar que salgan a protestar. Hay un racismo que está permeando
las percepciones de estos conflictos. También tiene que ver con esta sorpresa en
ciertos sectores de la Lima acomodada que critican a los votantes de Castillo.
Esta simplificación de que cualquier cosa es comunismo o que nos vamos a
convertir en Venezuela es risible y absurda.
Según la última encuesta de
Ipsos, el 54% desea un cambio moderado del modelo y el 32% un cambio radical.
¿Qué cree que está entendiendo la gente por "cambio de modelo
económico"?
Habría que hacer trabajo de
campo para saberlo exactamente. Pero creo que la gente no está satisfecha con
cómo han venido funcionando las cosas en todo este tiempo de crecimiento
económico. No es posible que tras 20 años de auge venga esta tremenda pandemia,
que no es poca cosa, pero demuestra que nuestro país no ha sido capaz de
construir servicios de salud mínimamente robustos.
En este contexto, no sorprende
que la gente diga “mira ha estado entrando plata, ¿dónde se ha ido? ¿por qué no
hemos estado invirtiendo en esto, que es importante?”. Yo creo que ese es el
reclamo: que la bonanza debería expresarse en mejores servicios para todos. Las
familias han ido mejorando sus ingresos, pero no han salido de la pobreza.
Entonces, frente a cualquier eventualidad, no solo una pandemia, sino una
enfermedad seria de alguien querido, la mejora se va al diablo. Todos los
pequeños ahorros simplemente se destruyen porque no hay una red estatal que dé
soporte.
A propósito de un libro cuya
difusión usted, ha estado apoyando, “Épicas del neoliberalismo”, ¿cuáles creen
que son las grandes épicas neoliberales que están vigentes en Perú?
Este es un libro editado por
Gisela Cánepa y Leonor Lamas en cuyas charlas yo he estado participando como
moderador porque formamos parte de la Maestría de Antropología Visual de la
Pontificia Universidad Católica del Perú. Sobre las épicas del neoliberalismo,
la responsabilidad del éxito o del fracaso se centra en el individuo. Existe
este discurso según el cual puedes dejar de ser emprendedor para convertirte en
un empresario. Puedes dejar la precariedad y volverte alguien solvente que
tenga éxito económico. Esa es una forma de legitimar un momento en el que la
gente está siempre en tránsito: “estás dejando de ser pobre, sigue intentando
que lo vas a lograr”. Pero nunca se traduce en un cambio sustancial para la
mayoría.
Dicen “esfuérzate un poco más”,
como si las personas no se estuvieran esforzando. La gente se está esforzando
desde siempre en este país. También está la idea de que hay una creatividad
peruana casi esencial, que los peruanos somos creativos como algo genético.
Cuando en cualquier país pobre, donde no tienes recursos, debes ingeniártelas.
Este discurso de la creatividad es otro sebo de culebra. Sí hay más dinero,
pero está más desigualmente distribuido.
¿Considera viable seguir en una
democracia con un modelo de libre mercado en Perú?
Es difícil saber qué va a pasar
porque tenemos demasiada incertidumbre con la pandemia. Esto tiene relación con
el asunto económico porque no sabemos cuán profunda va a ser la crisis. Es
claro que era y es urgente mucha más inversión estatal en salud y educación,
por lo menos en cuestiones de conectividad e Internet. También debemos invertir
en transporte público, el cuidado al agricultor y la seguridad alimentaria,
debemos brindarle a la agricultura familiar condiciones que le permitan
sostenibilidad.
No estoy abogando por un Estado
más burocrático, sino por más hospitales públicos que funcionen, enfermeras y
médicos que tengan un buen respaldo económico y condiciones laborales dignas,
un servicio educativo que nos sostenga y les permita a los niños de todo el
país continuar con sus estudios.
Un gobierno que no hace el
esfuerzo de fortalecer esos servicios no es viable, nos va a llevar al abismo.
Podría ser un Estado que combine cierto tipo de elementos de libre mercado, que
podrían ser caracterizados como neoliberales. No creo que sea una cosa de
blanco y negro. Tampoco pienso que podamos cambiar a otro modelo totalmente
distinto al neoliberalismo porque sería una transición muy difícil, un tanto
irrealizable diría. https://ojo-publico.com/