11/10/24

Reunión clave para abordar la amenaza del sistema de aguas residuales en Abancay - Hidroboletín Fentap 4566

 Viernes, 11 de octubre de 2024 – Año XIX – Edición 4566


Reunión clave para abordar la amenaza del sistema de aguas residuales en Abancay

Hoy, el alcalde de Abancay, Raúl Peña, encabezó una reunión de suma importancia junto a representantes de la Asociación de Pobladores de Pachachaca y diversas instituciones como EMUSAP, la Autoridad Nacional del Agua (ANA) y la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (SUNASS), entre otras. El encuentro se centró en la grave problemática del tratamiento de aguas residuales en la ciudad, que afecta principalmente al sector de Pachachaca debido al crecimiento poblacional desmedido y a la falta de planificación urbana adecuada en años anteriores.

Durante la reunión, los pobladores expusieron su preocupación por el evidente colapso del sistema de alcantarillado, sobre todo en época de lluvias, agravado por las deficiencias de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) ubicada en Illanya, una obra ejecutada por el Gobierno Regional de Apurímac hace muchos años, la cual ya resulta ser insuficiente para la demanda actual. A medida que la ciudad viene creciendo, las capacidades de esta infraestructura y los desagües no logran cubrir las necesidades de saneamiento requeridas, lo que genera serios problemas, sobre todo en este sector.

Las aguas residuales que desembocan en el río Pachachaca, a pocos metros del puente colonial, se han identificado como un punto crítico de contaminación ambiental, generando un impacto negativo en la zona debido a los malos olores y la degradación de la calidad del agua. Esta situación afecta la salud pública de los habitantes y perjudica los ecosistemas locales, poniendo en riesgo la producción agrícola y el bienestar de la comunidad.

Ante esta situación urgente, se acordó la necesidad de convocar una mesa técnica de trabajo que involucre a todas las instituciones pertinentes, como el Gobierno Regional de Apurímac, el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento, la MPA, la ANA, SUNASS, entre otras. El objetivo, evaluar soluciones viables para un problema que, de no abordarse de inmediato, podría tener consecuencias graves para toda la población de Abancay. https://www.gob.pe/


HIDROREGIONES PERÚ

Sunass fiscaliza mantenimiento de estructuras de almacenamiento de agua potable de Sedaloreto

La Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (Sunass) fiscaliza el estado operativo de las estructuras de almacenamiento de agua potable en las ciudades de Iquitos, Yurimaguas y Requena, gestionadas por la EPS Sedaloreto S. A., para promover la calidad del servicio en dichas localidades.

Durante la fiscalización, se evaluó el estado de las infraestructuras y el correcto funcionamiento de los sistemas, así como la limpieza y desinfección de reservorios y cisternas. Asimismo, se revisó el mantenimiento a los componentes del árbol hidráulico de estas estructuras.

"La Sunass, en el marco de sus facultades establecidas en el Texto Único Ordenado (TUO) del Reglamento General de Fiscalización y Sanción, busca garantizar que las empresas prestadoras cumplan con sus obligaciones normativas, con el fin de mejorar la prestación de los servicios de saneamiento", explicó Ray Flores García, supervisor de la Sunass en Loreto.

Flores enfatizó que, en caso de incumplimiento por parte de la EPS Sedaloreto, la Sunass tiene la facultad de imponer medidas correctivas para asegurar que se cumplan las normativas vigentes y/o iniciar un procedimiento administrativo sancionador. La acción se realizó en cumplimiento del TUO del Reglamento de Calidad de la Prestación de los Servicios de Saneamiento. https://www.gob.pe/


LIMA PERÚ

Usuarios serán compensados económicamente en caso de interrupción del servicio de agua potable o alcantarillado

Con 91 votos a favor, 1 en contra y 5 abstenciones, el Pleno del Congreso aprobó el dictamen del Proyecto de Ley 4553, que modifica el Decreto Legislativo 1280, Decreto Legislativo que aprueba la Ley Marco de la Gestión y Prestación de los Servicios de Saneamiento, para disponer la devolución de pago y compensación al usuario en caso de interrupción del servicio de agua potable o alcantarillado.

El texto aprobado modifica el artículo 24 del Decreto Legislativo 1280 en el párrafo 24.2 respecto a las garantías de continuidad y calidad de los servicios, en los siguientes términos.

“De producirse una interrupción injustificada en la prestación del servicio público de agua potable o de alcantarillado por una causa atribuible al prestador de los servicios que afecte los derechos fundamentales de los usuarios, el prestador del servicio devuelve al usuario afectado el pago realizado correspondiente al periodo interrumpido y, además, lo compensa por el tiempo en el que no contó con el servicio”.

Previamente, el congresista Manuel García Correa (APP), presidente de la Comisión de Defensa del Consumidor y Organismos Reguladores de los Servicios Públicos, sustentó que el dictamen busca garantizar la continuidad en la prestación de los servicios de agua potable y alcantarillado en el país, más aún en situaciones donde están en riesgo los derechos humanos de los usuarios.

“La propuesta contempla tanto a aquellos que cuentan con micromedidores del servicio de agua potable y aquellos que no lo tienen. Esto representa alrededor del 65 % de la población”, sostuvo el parlamentario.

A su turno el legislador Elías Varas Meléndez (JP-VP), autor de la propuesta de ley, refirió que la iniciativa versa en compensar al usuario, “si no recibimos el servicio, en el mes siguiente se va a dar un descuento en el recibo facturado. Es una compensación por el servicio de agua que no recibimos”, acotó.

Posteriormente, la representación nacional exoneró la propuesta de segunda votación con 87 votos a favor, con lo cual quedó expedita para ser enviada al Poder Ejecutivo para su eventual promulgación. https://comunicaciones.congreso.gob.pe/

 


HIDROMUNDO

Reserva de la Biósfera Yasuní: contaminación por petróleo y depredación de la biodiversidad

La explotación del yacimiento petrolero de Yasuní no trajo más que calamidades a ecuador, ya que en realidad el beneficio económico fue nimio. Y aunque el pueblo votó para que las prospecciones se detuvieran, muchos pozos todavía siguen abiertos.

El impacto ambiental que dejaron más de dos décadas de extracción de petróleo en el Parque Nacional Yasuní fue, en promedio, 75 por ciento más alto que el del resto de pozos petroleros en Ecuador. Así lo revela un estudio que pone en evidencia la inconveniencia de que el Estado ecuatoriano siga extrayendo petróleo en esa zona.

Irónicamente, la publicación del estudio coincide con el vencimiento del plazo que tenía el gobierno de Daniel Noboa para realizar el cierre progresivo y ordenado de la extracción petrolera en el bloque 43 del Yasuní, resultado de la histórica consulta popular que se llevó a cabo en agosto de 2023. Sin embargo, las comunidades del Yasuní acusan que el gobierno no sólo no ha cumplido con el mandato popular, sino que lo ha aplazado para los próximos cinco años.

Ubicado en la Amazonía de ese país, el Parque Nacional Yasuní es uno de los lugares más biodiversos del mundo. Allí, la compañía española Repsol extrajo crudo en los bloques 16 y 67 desde los años noventa. El estudio analizó 18 indicadores ambientales para calcular la huella ecológica de la extracción de petróleo. Los daños más graves fueron la acidificación del suelo, la ecotoxicidad terrestre, la reducción de la salud humana y la pérdida de calidad en el ecosistema.

Además, las emisiones de carbono procedentes de la extracción de crudo en estos bloques aumentaron un 139 por ciento en 24 años, pasando de 0,54 a 1,29 kg de dióxido de carbono equivalente por cada kilogramo de crudo. Uno de los resultados más importantes del estudio es que de 1999 a 2022 la tasa de retorno energético que tuvo la explotación en estos bloques en Yasuní disminuyó drásticamente, pues pasó del 33.52 al 3.77.

Los lotes donde se extrajo petróleo son aledaños a la zona intangible del Parque Nacional Yasuní y al territorio Waorani. Crédito de la imagen: Monitoring of the Andean Amazon Project (MAAP). “Esto nos indica que se invirtió cada vez más energía en obtener cada vez menos petróleo, dando como resultado un modelo insostenible”, explica a  Montoya Torres, autor principal del estudio, quien lo desarrolló como parte de su doctorado en la Universidad del País Vasco, en España.

En el artículo, que será publicado en la edición impresa de noviembre de Science of the Total Environment, los autores destacan que en 24 años de explotación de los dos bloques se extrajeron 317.048.000 barriles de petróleo, lo que generó una facturación total de € 21.665,62 millones (casi US$ 24 millones). Sin embargo, las ganancias económicas de esta extracción no beneficiaron a Ecuador ya que el país sólo recibió el 21 por ciento de las ventas del petróleo, mientras que el gobierno español y la petrolera se quedaron con el resto, concluyen. “El 79 por ciento de los ingresos se quedaron en el norte global”, afirma Montoya.

El investigador describe la situación como “un modelo neocolonialista”, porque “hay un norte global que consume y demanda este producto, y un sur global que se está quedando con una porción de ganancia llamativamente inferior, pero con impactos ambientales muy graves especialmente para las comunidades Waorani, quienes habitan ese territorio”. Norma Nenquimo pertenece a una de estas comunidades indígenas, constituidas por 3,500 waorani aproximadamente, que habitan la Reserva de la Biósfera Yasuní y que han visto las consecuencias de la explotación petrolera.

“Nosotros somos los dueños del territorio, vivimos aquí milenariamente, pero no somos los beneficiados de la extracción de petróleo”, dice Nenquimo, quien también es la vicepresidenta de la Nacionalidad Waorani del Ecuador (NAWE). “Estamos en la misma miseria. Miseria de educación, economía, salud. Tenemos riqueza en biodiversidad, pero estamos en uno de los territorios más pobres del mundo”, añade.

Beneficios que derivaron en destrucción

A pesar de que desde los años 90 la llegada de Repsol prometió desarrollo y beneficios económicos para el pueblo Waorani, hoy estas comunidades reconocen que la explotación de su territorio dejó poco dinero y cero desarrollos. “Ese beneficio no era beneficio, más bien era destrucción”, dice Nenquimo.

Carlos Larrea, investigador de la Universidad Andina Simón Bolívar en Ecuador y coautor del estudio, explica que parte de los problemas sociales se iniciaron cuando Repsol entregó armas de fuego a algunas comunidades Waorani para la caza. “Era un pueblo tradicional que cazaba solo para la subsistencia de la familia, pero de pronto comenzaron a cazar en gran escala con armas modernas, lo que constituyó un mercado ilegal de carne de monte y eso produjo una enorme pérdida de biodiversidad”, afirma Larrea.

Hoy, cada vez es más difícil encontrar en Yasuní algunas especies que durante mucho tiempo fueron la fuente de subsistencia de los waorani, como el pecarí de collar (Tayassu tajacu), el Pecarí Labiado (Tayassu pecari) o la danta (Tapirus pinchaque). El profesor de la Universidad San Francisco de Quito, Diego Cisneros Heredia, especialista en analizar impactos humanos en los ecosistemas, quien no participó en el estudio, explica que la relación entre las comunidades, la petrolera, el gobierno, y otros actores, no puede verse de forma simplista, de buenos contra malos.

“No es tan bidimensional. Las petroleras sí jugaron un papel importante, pero también hablamos de comunidades con necesidades inmensas, en espirales de pobreza gigantescos, que tenían sus propias presiones y dinámicas”, dice Cisneros.

Para el académico, a veces se espera que las tradiciones y la cultura de los pueblos ancestrales queden intactas, pero cuando ocurren procesos de integración, como los que propició la llegada de la petrolera, muchos aspectos de su identidad y sus dinámicas se redefinen. “No es algo bueno o malo, es un proceso social complejo”, afirma.

“El dinero fácil destruyó los hogares”, asegura Nenquimo. “Nuestros ancestros luchaban por su tierra, el vínculo familiar era fuerte, tenían a los niños sanos, a las mujeres sanas, pero actualmente ha cambiado bastante socialmente. No estamos bien, hay mucha violencia, violencia física, psicológica, vicaria, todos los tipos de violencia”. “Las petroleras sí jugaron un papel importante en Yasuní, pero también hablamos de comunidades con necesidades inmensas, en espirales de pobreza gigantescos, que tenían sus propias presiones y dinámicas”.

En el estudio también reportan un aumento del alcoholismo entre los waorani en el Parque Nacional Yasuní. “Tenemos un índice muy alto de alcohol, y ha traído violencia intrafamiliar y suicidio. Eso es clarísimo, dentro del hogar está pasando algo”, confirma Nenquimo. A pesar de ello, las mujeres Waorani están cada vez más organizadas y trabajan para crear nuevas formas de dar sustento a las familias a través de la elaboración de artesanías y la siembra de cacao.

La deuda de cerrar los pozos

Una característica del petróleo del bloque 16 del Yasuní es que es denso, pegajoso y muy mezclado con agua. De acuerdo con Larrea, es un crudo con alto contenido de azufre que es muy difícil de extraer por lo que se requiere mucha inversión y tecnología.

Esto fue la causa de que Repsol dejara el país en 2021. De los 50 mil barriles de crudo que la empresa extraía diariamente en la década de los 90, terminaron siendo 15 mil. “Al final, por cada diez barriles que se sacaban, nueve eran de agua y uno de petróleo. Eso aumentaba mucho los costos”, explica Larrea.

Repsol dejó el Yasuní, pero sin cerrar un solo pozo. “PetroEcuador recibió un campo prácticamente exhausto con la responsabilidad de cerrar algo que ellos no extrajeron, y cuyas ganancias tampoco se quedaron en el país”, dice Larrea.

Cerrar un pozo correctamente significa poner cemento en varios segmentos del ducto para evitar que el petróleo vuelva a salir de la superficie. Sin embargo, las compañías en vez de cerrarlos, los tapan, lo que implica que el petróleo siga fluyendo y vuelva a la superficie. También el agua que tiene altas concentraciones de metales pesados emerge a la superficie y envenena a los animales que la beben.

“En el bloque 43 y 16, el río está totalmente contaminado (…) tampoco podemos comer nada de los pozos, las aves, los peces, los árboles se contaminan porque beben esa agua, entonces ¿de dónde vamos a comer? Al final son las consecuencias de haber permitido que la empresa siga operando y abriendo más plataformas”, dice Nanquimo.

El reclamo waorani es que cierren los pozos de Yasuní adecuadamente y que los involucren en ese proceso. “Nosotros también queremos ser parte de esa formación técnica, que trabajemos en conjunto para que podamos ver si realmente están cerrando el pozo petrolero. Sabemos que adentro hay gas, hay agua, y eso tiene una presión, no imaginamos cuánto daño puede hacer”, dice la líder waorani.

Los pozos de Yasuní deben cerrarse lo antes posible. Esa fue una decisión soberana del pueblo ecuatoriano plasmada en el plebiscito que se aprobó en las últimas elecciones. Y con la ida de las petroleras se espera que la zona recupere poco a poco la normalidad. https://www.ecoticias.com/


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