Martes, 2 de agosto de 2022 – Año XV – Edición 4021 – http://hidroboletinfentap.blogspot.pe
Los afectados de la Cuenca Coata
anuncian retomar la huelga indefinida
Félix
Suasaca Suasaca, manifestó que fueron claros en no aceptar más promesas,
engaños y mecidas por parte del gobierno nacional
Las autoridades y dirigentes de los distritos afectados por
la contaminación de la Cuenca Coata, rompen el diálogo con la Presidencia del
Consejo de Ministros (PCM), al no ser notificados de la supuesta reunión del 22
de julio.
El dirigente de la Cuenca Coata, Félix Suasaca Suasaca,
manifestó que fueron claros en no aceptar más promesas, engaños y mecidas por
parte del gobierno nacional respecto del cumplimiento de proyectos de
mitigación y remediación de la cuenca.
Señaló que los representantes del PCM, trataron de
sorprender con la supuesta reunión convocada para la referida fecha, del cual
ni las autoridades distritales ni dirigentes de la cuenca sabían de esa
asamblea, por tal motivo están molestos.
Asimismo, dijo que una reunión ampliada entre autoridades y
dirigentes de la cuenca determinará una posible medida de protesta o retomar la
huelga indefinida suspendida contra el gobierno del presidente Pedro Castillo,
por incumplir sus promesas. https://www.pachamamaradio.org/
Piden sumarse a lucha contra la contaminación del agua en
Huancavelica
Alertados del posible inicio de la ejecución del proyecto
minero Pukaqaqa Sur, representantes de la sociedad civil, así como autoridades
locales, quienes pertenecen a un comité pro medio ambiente, realizaron una conferencia
de prensa donde expusieron su desacuerdo con el hecho de que empresas estén o
quieran realizar estudios o exploraciones cerca de las cabeceras de agua.
Según los ponentes, la ejecución del proyecto afectará el
recurso hídrico que es usado para el consumo de la población en Huancavelica.
CONFERENCIA SOBRE PUKAQAQA SUR
La regidora provincial de Huancavelica, Elsa Benavente,
afirmó que el Ministerio de Energía y Minas (MINAM) está ratificando a la
empresa Nexa Resources Perú S.A.A. la ejecución de la exploración minera
Pukaqaqa Sur.
“Prácticamente nos han dicho en nuestra cara que están
esperando la solicitud del inicio de operaciones para inmediatamente aprobarla.
Nos dijeron en nuestra cara a pesar de la inminente contaminación que habrá en
el agua”, manifestó Benavente.
Agregó: “Por otro lado, la empresa canadiense TEC Perú S.A.
aparece en Huancavelica realizando actividades de exploración minera
superficial, con unidades de negocio enfocados en el cobre, pero sin haber
realizado la socialización del caso”.
El obispo de Huancavelica, monseñor Carlos Salcedo, expresó
su preocupación por la exploración minera y la falta de socialización.
Durante la conferencia, el representante del Frente de
Defensa de Huancavelica, José Paucar, afirmó que para el 10 de agosto están
programando una reunión con los candidatos de Huancavelica.
“Los señores candidatos serán invitados a firmar este
compromiso con la lucha contra la contaminación por la vida y por la defensa
del agua”, dijo Paucar, palabras que fueron apoyadas por los demás ponentes.
Lo que causó extrañeza a los ponentes es la ausencia de un
representante del Gobierno Regional de Huancavelica (GRH). https://diariocorreo.pe/
Sequía en el Alto Piura: Solicitan reunión
con presidente Castillo por declaratoria de emergencia
A más de un mes de solicitar la
declaratoria de emergencia para el Alto Piura, los ganaderos de nuestra región
siguen sin ser atendidos por las autoridades nacionales. Miles de cabezas de
ganado han muerto a causa de la sequía que vienen padeciendo. El resultado:
grandes pérdidas económicas.
Ante ello, en entrevista con
Cutivalú, el director regional de Agricultura, Ilich López Orozco, informó que
el gobernador regional de Piura, Servando García, ha solicitado una reunión con
el jefe de Estado, Pedro Castillo, para reiterar la solicitud de declaratoria
de emergencia. Dijo que desde el Gore Piura se está insistiendo en este pedido,
a fin de tener respuestas claras y en beneficio de los ganaderos.
“Ya pasó más de un mes de este
pedido y nosotros continuamos exigiendo se cumpla. Queremos tener alternativas
de soluciones para brindarles a estos productores. Hemos enviado nuevamente un
reporte para insistir en la declaratoria de emergencia, principalmente por la
afectación al ganado”, expresó López Orozco.
Como se recuerda, López Orozco
señaló en su momento, que esta sequía pone en peligro a más de 80 mil cabezas
de ganado caprino y más de 3 mil cabezas de ganado vacuno, lo cual perjudica a
cerca de 40 mil ganaderos asentados en varios distritos de Morropón y Lancones,
en Sullana.
Proyecto “Siembra y Cosecha de
agua”
López Orozco acotó que, este
martes 2 de agosto, el Gobierno Regional de Piura pondrá en marcha el proyecto
“Siembra y Cosecha de agua”, implementado con el fin de frenar la sequía que
padece el Alto Piura. Detalles sobre este plan serán brindados en conferencia
de prensa.
“Este proyecto ya se priorizó,
solo estamos esperando ponerlo en marcha, principalmente en el Alto Piura, que
está enfocado en la primera fase. (El proyecto) de alguna manera va a calmar la
problemática que tienen estas familias”, agregó.
Por último, dijo que hay
especialistas que vienen recorriendo los sectores del Alto Piura para vacunar y
desparasitar al ganado afectado por la sequía. Aseguró que con esto pretenden
“que resistan los embates dados por la naturaleza”. “No es tan sencillo, pero
estamos en el camino. Estas son algunas opciones que estamos viendo”,
sentenció. https://www.cutivalu.pe/
‘Huellas del petróleo en la Amazonía
peruana’: Los derrames de petróleo desatan una cascada de consecuencias
Cuando a finales de junio de
2014 una mancha de petróleo y peces muertos era arrastrada por el río Cuninico,
los habitantes de la comunidad de Cuninico no podían prever lo que el derrame
de un oleoducto cercano supondría para su aldea de unas 80 familias. Ocho años
después, la pesquería que sostenía a los habitantes del pueblo no se ha
recuperado, la atención médica prometida por el gobierno en respuesta a una
demanda de las comunidades afectadas solo se cumplió en parte, y el pago de los
daños sigue pendiente.
‘’Las cosas están difíciles’’,
dijo César Mozombite, líder de la comunidad de Cuninico, en la ribera donde el
estrecho Cuninico se une al río Marañón en la región nororiental peruana de
Loreto. ‘’Alimentación no hay. El pescado se ha perdido. Muchos padres de
familia y jóvenes están saliendo a trabajar para sostener la familia, la vida
es dura acá ahora’.
Para los habitantes de los
campos petrolíferos de la Amazonía peruana, los derrames de los pozos y
oleoductos han traído consigo una cascada de consecuencias. Algunas, como los
residuos alquitranados y los equipos desechados, son visibles. Otras, como los
trastornos económicos, son menos evidentes. Además, persiste la incertidumbre
sobre las repercusiones a largo plazo de los vertidos de petróleo en el medio
ambiente y la salud humana, así como sobre la forma en que se limpiarán los
daños medioambientales, si es que eso llega a ocurrir.
En comparación con algunos de
los derrames de petróleo más tristemente conocidos del mundo, como el del Exxon
Valdez en Estados Unidos o el del Prestige frente a la costa de España, el que
se produjo río arriba de la aldea indígena kukama de Cuninico fue pequeño: unos
2.300 barriles de petróleo se filtraron en el canal destinado a contener los
derrames. Pero en esta parte del mundo, donde la mayoría de los lugareños
dependen del agua superficial para beber, cocinar y bañarse y no tienen forma
de eliminar los contaminantes industriales, incluso un pequeño derrame es
desastroso.
En Cuninico, el derrame de
petróleo desencadenó una serie de impactos, algunos de los cuales se hicieron
evidentes de inmediato — como los peces, las aves y la vegetación empapados de
petróleo— y otros que se manifestaron en el transcurso de las semanas y los
meses siguientes.
Aunque vivían cerca de lo que
había sido uno de los sitios de pesca más ricos de la zona, de la noche a la
mañana los pobladores perdieron tanto su principal fuente de alimentación como
su medio de vida, ya que los comerciantes rechazaron su pescado. La gente tenía
miedo de sacar agua del río, que había sido su principal suministro, y las
madres se preocupaban por la salud de sus familias. Ocho años después, esos
temores persisten.
En el gobierno, los
acontecimientos marcaron un cambio en la forma en que la compañía petrolera
estatal Petroperú, que opera el oleoducto, maneja los derrames. Inmediatamente
después de que se descubriera la marea negra, la empresa contrató a hombres de
la comunidad para que encontraran la rotura del oleoducto, que para entonces
estaba bajo más de un metro de agua y espeso petróleo. Los hombres se
sumergieron en el agua contaminada mientras buscaban la rotura, vistiendo ropa
ordinaria, ya que no se les proporcionó equipo de protección.
Un reportaje emitido por el
Canal 5, un canal de televisión limeña de alcance nacional, que también reveló
que entre los trabajadores había unos menores de edad, obligó a sustituir a
todo el directorio de Petroperú. La empresa también comenzó a trabajar con
contratistas a los que se les exigió que proporcionaran equipos de protección a
los trabajadores.
La limpieza creó puestos de trabajo
que pagaban el equivalente a casi 25 dólares al día, más de siete veces la
tarifa local habitual para los jornaleros. La paga, que atrajo a los forasteros
que buscaban trabajo, también provocó una ola de inflación. Flor de María
Parana, la «madre indígena» o representante de las mujeres de Cuninico, dijo
que el precio de los huevos subió de cinco por un sol peruano, equivalente a
unos 30 centavos de dólar, a dos por un sol, y luego a un sol por unidad.
Incluso después de que terminaran las labores de limpieza y desaparecieran los
trabajos, los precios nunca volvieron a los niveles anteriores al derrame.
Los dirigentes de Cuninico y de
otras tres comunidades que habían pescado en la misma zona presentaron demandas
para exigir asistencia médica e indemnización por los medios de vida perdidos y
los daños medioambientales. Expusieron su caso ante la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos, donde Parana mostró una botella llena de agua contaminada
a los representantes del gobierno peruano y de Petroperú. Sin embargo, hasta
ahora la mayoría de las promesas de ayuda no se han cumplido.
A pesar de la limpieza, el
petróleo permanece en el sedimento bajo el oleoducto. Lo mismo ocurre en otras
comunidades de la cuenca del río Marañón que han sufrido derrames del oleoducto
Norperuano, que pasa por Cuninico y decenas de otras comunidades a lo largo de
su ruta hacia la costa, o de los oleoductos de los lotes 192 y 8, los campos
petrolíferos más antiguos y grandes de la región de Loreto.
Restos de petróleo en el sedimento
Las fuertes lluvias estacionales
provocan el desbordamiento de los ríos durante meses, depositando en los
bosques sedimentos cruciales que contienen nutrientes, pero también arrastrando
contaminantes a través de los vastos humedales de Loreto, de gran biodiversidad
y complejidad hidrológica, donde los habitantes dependen de los ríos y los
bosques para su sustento.
La temporada de lluvias en
Loreto va aproximadamente de noviembre a mayo, y a principios de abril de este
año el agua había superado el primer piso de varias docenas de casas de madera
en Nueva Unión, una comunidad urarina en el río Chambira, un afluente del
Marañón. A medida que el río subía, las familias habían recogido sus
pertenencias y se habían trasladado a los segundos pisos de sus casas con techo
de calamina.
En la parte trasera de cada
casa, la plataforma de la cocina, con una fosa cuadrada llena de arena para el
tradicional fuego de tres troncos, permanecía por encima del nivel del agua,
mientras los patos remaban bajo las tablas del suelo y las gallinas se posaban
en gallineros construidos sobre pilotes.
Hasta que el nivel del agua
volvía a bajar, todas las actividades al aire libre —desde visitar a los
vecinos hasta ir a la escuela— se hacían en canoa. Frente a la mayoría de las
casas, una pequeña plataforma flotante de troncos amarrados hacía las veces de
muelle para barcos y lugar para lavar la ropa y bañarse. Los niños pequeños
chapoteaban en el agua con el calor del día, mientras los mayores jugaban a una
especie de waterpolo alrededor de porterías de fútbol medio sumergidas junto a
la escuela primaria hecha de madera.
En medio de la comunidad, dos
viejos oleoductos surgieron del bosque inundado y luego desaparecieron bajo el
río, emergiendo de nuevo junto a una cabina de control en la orilla más lejana.
El oleoducto transporta el crudo desde los pozos petrolíferos río arriba hasta
la estación de bombeo nº 1 de Petroperú en la localidad de Saramuro, en el río
Marañón. En una tarde soleada, alguien había colgado una manta recién lavada
sobre una de las tuberías para que se secara.
No muy lejos de la comunidad, a
lo largo de la ruta del oleoducto, un derrame de petróleo de hace casi una
década fue limpiado inadecuadamente, según dicen los miembros de la comunidad.
El lugar está bajo el agua en esta época del año, pero los líderes de la
comunidad tienen fotos de la estación seca que muestran el crudo mezclado con
el suelo.
Los habitantes de Nueva Unión y
Nuevo Perú, un poco río abajo, se preocupan por lo que ocurre con ese sedimento
contaminado cuando llegan las lluvias y el río crece. Los niños y los adultos
sufren dolores de estómago y diarrea, pero es difícil saber si la causa son los
contaminantes industriales o los coliformes que pueden salir de las letrinas
inundadas, o si se trata de una combinación de ambos. Las normas de calidad del
agua en Perú para los ríos amazónicos no tienen en cuenta el número de personas
de toda la región para las que los cursos de agua son la única fuente de agua
para su consumo.
Desde muchos años venimos
sufriendo de la contaminación
— Gilberto Inuma Arahuata presidente
de la Federación del Pueblo Indígena Urarina del Río Chambira
Al igual que en las demás
cuencas a lo largo de los campos petrolíferos de la Amazonía, los ingresos de
50 años de producción de petróleo no se han invertido en la construcción de
sistemas permanentes de agua potable o saneamiento en las comunidades más
cercanas a la contaminación.
Como parte de un acuerdo con el
gobierno, se instalaron plantas temporales de tratamiento de agua en 2014 y
2015 en unas 60 comunidades, pero prácticamente todas las demás comunidades a
lo largo de los ríos están bebiendo agua de fuentes que no son aptas para el
consumo humano.
Las plantas estaban pensadas
como un recurso provisional mientras se construían sistemas permanentes de agua
potable, pero dichos sistemas aún no se han materializado. En las comunidades
que tienen plantas, las madres dicen que las enfermedades diarreicas han
disminuido, pero en las comunidades más grandes, las familias que viven lejos
de la planta siguen recurriendo al agua superficial contaminada.
Ninguna de las comunidades de la
parte baja del río Chambira recibió plantas de tratamiento de agua, por lo que
las familias de Nuevo Perú y Nueva Unión sacan agua de los alrededores de sus
casas inundadas.
‘’Desde muchos años venimos
sufriendo de la contaminación,’’ dijo Gilberto Inuma Arahuata, de 33 años,
presidente de la Federación del Pueblo Indígena Urarina del Río Chambira
(FEPIURCHA), que vive en Nueva Unión. ‘’Está contaminado el agua, el suelo y el
aire’’, añadió, y como la gente depende de los cultivos y el pescado, ‘’los
alimentos que sacamos también son contaminados.’’
Los alimentos y el agua potable
escasean en la temporada de lluvias
En época de inundaciones, la falta
de agua potable se une a otras dificultades. En los últimos años, tanto Nueva
Unión como Nuevo Perú se trasladaron a la orilla del río Chambira desde
afluentes más lejanos, menos accesibles, pero también con menos posibilidades
de verse afectados por la contaminación industrial de aguas arriba.
Aunque los líderes de ambas
comunidades afirman que la decisión fue tomada por los pobladores, los
investigadores que han realizado extensas entrevistas en la parte baja del
Chambira afirman que los residentes más antiguos eran reacios a trasladarse y
que los forasteros animaron a los pobladores a hacerlo para que pudieran ser
alcanzados más fácilmente por los programas de asistencia del gobierno, así
como por posibles proyectos de desarrollo futuros.
Donde estaban antes, las
comunidades tenían terrenos más altos para cultivos básicos como el maíz, la
yuca y los plátanos. En sus ubicaciones actuales, todo está bajo el agua
durante la temporada de lluvias. También tenían un acceso más fácil a los
pantanos de palmeras llamados aguajales, donde las mujeres recogen cogollos de
la palma de aguaje (Mauritia flexuosa), que utilizan para realizar tejidos que
recientemente han sido reconocidos oficialmente por su importancia cultural.
Algunas familias mantienen
pequeñas parcelas de cultivo en el antiguo asentamiento de la comunidad, a tres
o cuatro horas de distancia en una canoa conocida como peque-peque por el
sonido que hace su pequeño motor. Pero cuando las aguas crecen, la dieta de la
gente se vuelve más precaria.
“El acceso a las parcelas pasó a
un segundo plano frente a las promesas de proyectos y mejoras”, dijo el
antropólogo Emanuele Fabiano, de la Pontificia Universidad Católica del Perú en
Lima, quien estaba trabajando entre las comunidades urarina del bajo Chambira
cuando éstas decidieron trasladarse.
La discusión sobre el traslado
fue tan intensa que le sorprendió la decisión.
“La gente lo vio como una
oportunidad que no debía perderse”, dijo, «aunque todo el mundo se da cuenta de
que [en la nueva ubicación] no hay huertos y la calidad del agua no es buena».
El traslado al Chambira también
facilitó el acceso a los productos que venden los comerciantes que viajan de
pueblo en pueblo a lo largo del río. Como resultado, más alimentos procesados
se han introducido gradualmente en la dieta de los pobladores, según dijo
Fabiano.
Ese cambio se aceleró cuando la
gente consiguió trabajos temporales con la compañía petrolera, limpiando
derrames o realizando otras tareas de mantenimiento en los oleoductos. En las
comunidades en las que hasta hace una década casi no se disponía de ingresos en
efectivo, la gente de repente tenía un salario de obrero, al menos de vez en
cuando.
“En 40 años de explotación
petrolera, no ha habido ningún desarrollo para los pueblos indígenas del
Chambira, solo se han enriquecido son las ciudades”.
— Emanuele Fabiano Antropólogo
de la Pontificia Universidad Católica del Perú en Lima
‘El Chambira está olvidado’
Sin embargo, para Inuma, de
FEPIURCHA, los beneficios han sido desiguales. Pluspetrol ha negociado los
pagos por daños y perjuicios y el derecho de paso del oleoducto, pero los
acuerdos se han alcanzado comunidad por comunidad, y éstos dependen más de la
capacidad de negociación de los líderes que de criterios coherentes, dijo.
“En 40 años de explotación
petrolera, no ha habido ningún desarrollo para los pueblos indígenas del
Chambira”, dijo. “Quienes se han enriquecido son las ciudades”.
Estrecho y sinuoso, sin ningún
tipo de embarcación de transporte público regular, el Chambira es una de las
cuencas más inaccesibles de los campos petroleros. Debido a la distancia y a la
dificultad de los desplazamientos, los urarina que viven allí han tenido menos
contacto con las comunidades del Marañón o con las ciudades de Nauta e Iquitos.
Las mujeres se visten con un estilo distintivo, con blusas brillantes y faldas
más oscuras, y la lengua urarina se habla más que el español.
Al igual que otras comunidades
urarina, Nueva Unión carece de servicios básicos como agua y saneamiento, y la
escuela construida en madera sólo cuenta con mobiliario básico, sin siquiera
tabiques para separar los diferentes grados. El año pasado, sin embargo,
algunas familias obtuvieron pequeños paneles solares a través de un programa
gubernamental, por lo que varias casas ahora lucen una o dos bombillas por la
noche y la gente puede cargar los teléfonos móviles, aunque la señal es poco
fiable.
A media hora río arriba en
peque-peque, el pueblo de Nuevo Progreso es más grande y algo más comercial.
Una mezcla de familias urarina y mestizas, la población de la comunidad aumentó
cuando llegó gente a trabajar en la limpieza de un derrame de petróleo en un
lago por donde pasa el oleoducto.
La comunidad cuenta con algunos
tanques para recoger el agua de lluvia, pero mucha gente sigue dependiendo del
agua superficial. Nuevo Progreso también sufre otros problemas similares a los
de Nueva Unión y Nuevo Perú aguas abajo, como la falta de empleos estables.
La atención médica también es
inadecuada: para cualquier cosa que requiera algo más que cuidados básicos, la
gente debe viajar río abajo hasta el Marañón. Las escuelas sólo cuentan con los
materiales más básicos, y durante la temporada de lluvias los padres se
preocupan por la seguridad de sus hijos, que van y vuelven de la escuela en canoas.
Para empeorar las cosas este año, varias semanas después del inicio de las
clases un profesor de primaria en Nueva Unión y tres de secundaria en Nuevo
Progreso aún no se habían presentado a trabajar.
“El Chambira es olvidado”, dijo
Hermógenes Tuanama Canayo, teniente gobernador de Nuevo Progreso. “Los ingresos
del petróleo y otros fondos presupuestarios no han llegado a las comunidades
ribereñas’, dijo, y añadió que los políticos “tienen que ver cómo vive la gente
aquí".
La calidad del agua sigue siendo
una preocupación constante. En un pantano de palmeras situado en la orilla del
lago donde se produjo el derrame de petróleo cerca de Nuevo Progreso, las hojas
superiores de algunos de los árboles de aguaje se están muriendo, posiblemente
a causa del petróleo que se ha impregnado en el suelo. Tuanama dijo que parte
de los residuos de la limpieza se vertieron en ese pantano.
A principios de agosto, vadeando
el agua que le llegaba hasta la cintura, sacó del pantano un saco lleno de
tierra empapada de petróleo. Al tantear alrededor de sus pies con un palo,
apareció una mancha negra que flotaba en la superficie del agua.
Al igual que los habitantes de
Cuninico, en el río Marañón y otras comunidades cercanas y aguas abajo de las
operaciones petrolíferas, él y otras personas a lo largo del Chambira culpan a
la contaminación de la disminución de la pesca a lo largo de los años. Dicen
que tienen que alejarse de sus pueblos y colocar más redes, y aun así capturan
menos peces, y los que capturan son “cabezones”, con cuerpos delgados.
Aunque parte de esa disminución
se debe probablemente a la sobrepesca, ya que la pesca comercial se ha ampliado
para alimentar a las crecientes poblaciones urbanas, los científicos afirman
que la contaminación por petróleo también puede afectar a los peces.
‘Queremos un cambio en el
Chambira’
Un derrame de petróleo mata a
algunos peces inmediatamente, pero también hay efectos a largo plazo, dijo
Valter Azevedo-Santos, un ictiólogo de la Universidad Estatal Paulista de
Brasil que dirigió un estudio recientemente publicado sobre el impacto del
petróleo y la minería en los peces de la Amazonía. Algunos componentes del
petróleo pueden afectar a la visión, el corazón y la capacidad de nadar de los
peces, dificultándoles la caza de presas o la búsqueda de otros alimentos. Esa
podría ser una razón por la que la gente dice que los peces están más delgados,
dijo Azevedo-Santos.
Otras sustancias, sobre todo los
hidrocarburos aromáticos policíclicos, pueden provocar cáncer y mutaciones y
afectar a los embriones de los peces y a su reproducción. Metales como el
mercurio, presente en el agua producida que se ha vertido desde los pozos
petrolíferos a los ríos y arroyos durante décadas pueden acumularse en el
tejido muscular y el hígado de los peces.
“Si el petróleo se mantiene en
el ambiente, especialmente en el sedimento, puede perturbar los ecosistemas
durante años”, dijo Azevedo-Santos. Añadió que estos impactos pueden extenderse
por la red alimentaria, afectando a los animales y aves que se alimentan de los
peces, así como a las personas que los capturan.
Las alteraciones de la actividad
pesquera tienen un impacto económico, como aprendieron las familias de Cuninico
tras el derrame de petróleo. En las comunidades indígenas de las zonas
contaminadas, la escasez de pescado también puede ocasionar que los niños no
aprendan las habilidades de pesca que son una parte importante de la identidad
cultural de su pueblo, dijo Azevedo-Santos.
Él recomienda un monitoreo
continuo a lo largo de los oleoductos y en los lugares de los derrames, pero no
hay estudios a largo plazo sobre el impacto de los contaminantes en los peces u
otra fauna o en los ecosistemas de los campos petrolíferos de la Amazonía
peruana. Además, Perú no cuenta con una normativa que establezca los límites
máximos permitidos de metales o hidrocarburos en los sedimentos.
Tampoco existe un seguimiento a
largo plazo de los impactos de los contaminantes en la salud humana. La
preocupación por los posibles impactos en la salud ha aumentado desde 2006, cuando
el Ministerio de Salud del Perú publicó un informe que mostraba altos niveles
de cadmio y plomo en la sangre de los residentes de las comunidades achuar a lo
largo del río Corrientes. El plomo afecta al sistema neurológico, especialmente
en los niños, mientras que el cadmio es cancerígeno y puede causar enfermedades
renales y problemas gastrointestinales.
Pruebas posteriores en otras
comunidades han revelado altos niveles de algunos metales en la sangre de los
residentes, pero en la actualidad no se han realizado estudios de salud
ambiental para determinar las fuentes de los metales y, lo que es más
importante, cómo reducir la exposición de la gente a ellos.
Mientras tanto, el agua sube y
baja, año tras año, agitando los contaminantes, y la mayoría de los residentes
de las comunidades rurales siguen careciendo de servicios básicos de agua y
saneamiento, acceso a atención médica y escuelas decentes. Un plan del gobierno
para “cerrar las brechas” en los servicios a las comunidades de los campos
petrolíferos ha avanzado poco.
En Loreto, algunos empiezan a
hablar de un futuro “post-petróleo”, pero las comunidades de los campos
petrolíferos siguen esperando el acceso a los derechos básicos.
‘’Queremos un cambio en el
Chambira”, dijo Inuma de FEPIURCHA. ‘’Después de tantos años de daños y muerte,
queremos desarrollo en el Chambira. Queremos servicios básicos: escuelas,
atención médica, agua, alcantarillado. Y en las zonas contaminadas queremos la
remediación”.
Este proyecto de Montañas y
Selva fue desarrollado con el apoyo de la Gordon and Betty Moore Foundation e
InquireFirst https://www.latimes.com/