15/2/21

HIDROBOLETÍN FENTAP 3662: PERÚ – Lima. Las crueles paradojas del agua en la desértica capital del Perú. Las peleas entre barrios por quedarse con el agua son una constante en las periferias de la ciudad. Y más ahora, en plena pandemia del coronavirus

 Lunes, 15 de febrero de 2021 – Año XIV – Edición 3662 – http://hidroboletinfentap.blogspot.pe

HIDROBOLETÍN FENTAP

La FENTAP informa:

PERÚ – Lima. Las crueles paradojas del agua en la desértica capital del Perú. Las peleas entre barrios por quedarse con el agua son una constante en las periferias de la ciudad. Y más ahora, en plena pandemia del coronavirus

PERÚ - Piura: exigen culminar las obras de agua y alcantarillado en Las Lomas

PERÚ – Lima. Sedapal es citada a audiencia judicial por proyecto minero que amenazaría el agua de Lima

PERÚ – Lima. El drama por la cuarentena en Cantagallo, la única comunidad indígena urbana de Perú  

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Las crueles paradojas del agua en la desértica capital del Perú

Las peleas entre barrios por quedarse con el agua son una constante en las periferias de la ciudad. Y más ahora, en plena pandemia del coronavirus   

En el humilde distrito limeño de San Juan de Miraflores hace días que el joven Yostin Eidan Ángeles vive sin agua. Su vecino hace artimañas dentro de un cubo para limpiarse con un vaso y, a pocos metros, otro niño se cepilla los dientes milimetrando las gotas que suelta el único grifo que tiene en casa.

En ese polvoriento rincón de la periferia de Lima el agua no cae del cielo. Con suerte, los vecinos consiguen llenar sus tanques una vez cada quince días y lo hacen a expensas del "aguatero", el camión cisterna que sube el empinado y árido terreno del cerro que alberga sus rudimentarias casas de machihembrado.

A pesar de ser el octavo país del mundo con mayor abundancia de agua, la escasez de este recurso afecta a más de siete millones de peruanos que carecen de redes de agua en sus domicilios.

Y es que en este país el agua está en la selva, donde nace y discurre el poderoso Amazonas, pero la mayor parte de la gente vive en la árida costa del Pacífico.

Entre las personas y el agua se alza el muro de los Andes.

Una paradoja que se acentúa en Lima, la mayor ciudad del mundo después de El Cairo ubicada en un desierto, y en donde se concentra casi un tercio de la población del país. Solo en la capital, más de dos millones de personas viven sin acceso al agua.

DE LA ESCASEZ A CONFLICTOS VECINALES

En el asentamiento humano Fronteras Unidas vive Berta Sulcapoma con su esposo y sus tres hijos, en una casa de piso de tierra y paredes de lámina. En su patio interior, esa mujer de 38 años almacena en más de una decena de cilindros el agua que, "de vez en cuando", consigue del "aguatero".

Con esfuerzo para no desperdiciar ni una gota, Sulcapoma lava los platos, la ropa y llena los pequeños baldes que su familia usa para limpiar el silo y bañarse. Una vez sucia, el agua acaba arrojada en las calles de arena que rodean su domicilio que, como todos los de su zona, carece de desagüe.

"Es difícil vivir sin agua", reconoció la mujer, quien todos los días ve el camión cisterna pasar de largo y subir el intrincado terreno en dirección a otros asentamientos.

"Si no bajas (a la calle a parar el vehículo), ellos se van" porque "como somos tanta gente, no alcanza", explicó.

Pero interceptar el camión no siempre es suficiente. "Bajamos, pero igual el aguatero no quiere (llenar los tanques)" y "nos dice que arriba necesitan más", relató a Eidan Ángeles.

Con todo, las peleas entre barrios por quedarse ese tan valorado recurso son una constante en los conos de la ciudad. Y más ahora, en plena pandemia del coronavirus.

LOS POBRES NO PODEMOS CUIDARNOS

Como receta infalible para prevenir el avance de la covid-19, el Gobierno peruano lleva meses rogando a los ciudadanos que se laven las manos "hasta el antebrazo con agua y jabón por un mínimo de 20 segundos". Un mensaje que resulta ofensivo para quien no puede hacerlo, aunque quisiera.

"Cuando hay agua, nos lavamos las manos, pero ¿cómo quieren que nosotros nos cuidemos de la covid-19? La gente pobre no podemos", lamentó Sulcapoma.

"A veces uno tiene que evitar lavarse las manos para hacer más uso del agua", añadió su amiga y vecina Sonia Ayala Díaz.

Para sosegar esa evidente contradicción, el Ejecutivo resolvió desde marzo del año pasado rellenar sin cargo los bidones de agua de las zonas periféricas de Lima.

Pero los vecinos saben que esa es una medida de emergencia y que, en cualquier momento, puede acabar.

"Esa es nuestra preocupación, cuando se levante la cuarentena y no venga el agua de manera gratuita. No sé qué vamos a hacer para abastecernos", reconoció Ayala.

Esa mujer de 35 años trabajaba en una fábrica que cerró por la pandemia y su esposo, que laboraba en el sector de la construcción, fue despedido. Así, en su casa, donde también viven sus dos hijos y su cuñado, hace meses que no entra ni un sol. "Estamos sobreviviendo en ollas comunes", dijo.

EL PRECIO, OTRO CONTRASENTIDO

Para muchos, como Ayala, resulta abrumador saber que algún día, quizá pronto, tendrán que volver a pagar los 25 o 30 soles (6,75 o 8,1 dólares) que les cuesta llenar un tanque de 1.100 litros, que una familia de cuatro personas consume en apenas una semana. Eso son, como mínimo, 100 soles al mes (27 dólares).

Otro contrasentido: en esas zonas periféricas de la ciudad, donde la mayoría sufre pobreza económica, el precio del agua vale por lo menos cuatro veces más que en un distrito limeño de clase alta, donde una familia puede pagar 25 o 30 soles mensuales por un suministro sin límite.

Unos pagan mucho y otros, demasiado poco. Así lo denunció en una entrevista con la directora ejecutiva de la ONG Aquafondo, Mariella Sánchez, quien sostuvo que, en los acomodados distritos de la capital, el precio "sigue siendo muy bajo", a pesar de la "amenaza silenciosa" del agua.

Son 3 soles (0,81 dólares) por metro cúbico, "la mitad del valor que pagan los habitantes de otras capitales vecinas", como Bogotá o Santiago de Chile, donde la escasez de agua no es tan fuerte.

Esas familias adineradas invierten alrededor del 2 % de sus ingresos mensuales al servicio de agua, un porcentaje que puede ascender hasta el 10 % o el 15 % del presupuesto de quienes viven en los cerros.

En ese sentido, Sánchez defendió que hay una "necesidad" de establecer tarifas unánimes, que sean "escalonadas" en caso de consumir más de lo necesario (según la Organización Mundial de la Salud, entre 50 y 100 litros diarios por persona).

Un estudio de Aquafondo reveló que, de promedio, la huella hídrica en Lima rondó en 2019 los 130 litros por persona al día, una cantidad que repuntó hasta los 250 en los ricos distritos de San Isidro, La Molina y Miraflores.

EL CONTAMINADO RÍO RÍMAC

Más allá de la falta de equidad, la portavoz de la ONG advirtió que "incluso si toda la población contara con redes domiciliarias, no hay agua suficiente para cubrir la demanda".

Con unos 9,6 millones de habitantes, Lima, donde apenas caen 9 milímetros al año en forma de lluvia, cuenta con el 2 % de todos los recursos hídricos del Perú.

Su agua proviene de las cuencas de los ríos Rímac, Chillón y Lurín, siendo el Rímac el principal proveedor (60 %) y, al mismo tiempo, la cuenca más deteriorada en términos ambientales, tanto por la falta de suficiente caudal ecológico como por las malas praxis del sector privado.

La falta de acceso al agua segura y al saneamiento básico condiciona la presencia de enfermedades, siendo la más representativa la diarrea, cuya prevalencia en niños menores de cinco años alcanzó el 11 % en 2017, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). https://www.vistazo.com/


HIDROREGIONES PERÚ

Piura: exigen culminar las obras de agua y alcantarillado en Las Lomas

La oficina de la Defensoría del Pueblo en Piura solicitó al Gobierno regional culminar las obras de rehabilitación, mejoramiento y ampliación del sistema de agua potable y alcantarillado en el distrito de Las Lomas, las cuales se encuentran paralizadas desde hace ocho años y afectan a más de 12.000 habitantes de la zona urbana.

Durante la última semana, la Defensoría expuso la problemática ante la oficina de Gestión Social y Diálogo de la Presidencia del Consejo de Ministros, así como del Ministerio de Vivienda. Precisó que debido al colapso del desagüe se paralizaron los trabajos mencionados, lo que provocó que la zona urbana sea declarada en emergencia sanitaria.

El órgano fiscalizador solicitó al Gobierno Regional de Piura adoptar medidas urgentes que permitan agilizar la elaboración del expediente técnico del saldo de la obra de la rehabilitación del sistema de agua potable y alcantarillado de Las Lomas.

En la reunión, la comuna informó que se ha programado una nueva asamblea con el Gobierno el día 16 de febrero a fin de analizar la problemática por la obra señalada.

No obstante, los representantes de la Defensoría del Pueblo advirtieron que continuarán con el seguimiento de este caso y exhortaron a las autoridades realizar un trabajo coordinado para garantizar la calidad de los servicios de agua y saneamiento en el distrito, especialmente en el contexto de la pandemia por la COVID-19. https://larepublica.pe/


LIMA PERÚ

Sedapal es citada a audiencia judicial por proyecto minero que amenazaría el agua de Lima

El Poder Judicial citó a la empresa Sedapal para escuchar su posición frente al proyecto minero Ariana, que, según diversas opiniones técnicas y de la sociedad civil, pondría en riesgo al acceso al agua potable de más de 10 millones de peruanos en Lima y Callao. 

La jueza Rocío Rabines, a cargo del caso, convocó a una audiencia este 17 de febrero, antes de dictar sentencia sobre la demanda interpuesta contra la construcción del proyecto minero por parte de organizaciones de la sociedad civil como CooperAcción, el Instituto de Defensa Legal, las excongresistas como Marisa Glave, Katia Gilvonio, técnicos, entre otros.

La sociedad civil consideró que es importante la opinión de Sedapal, ya que es la empresa que suministra agua potable para los habitantes de Lima y tiene como tarea aumentar la oferta de agua para la capital.

Asimismo, Sedapal administra el sistema hídrico que se ubica en Junín, y donde, precisamente, se encuentran las fuentes de agua que alimentan el río Rímac sumados al trasvase de aguas del Río Mantaro, y que correrían un alto riesgo por la cercanía a la relavera que tiene previsto construir el proyecto Ariana.

Durante los últimos 7 años, Sedapal se ha pronunciado con preocupación sobre la mina Ariana y los riesgos potenciales que sus operaciones pudiesen tener sobre la cantidad y calidad de agua que se trasvasa a Lima, pues los relaves estarán muy cerca del trasvase de aguas lo que, ante un sismo o accidente, podría hacer que los deshechos se viertan sobre el túnel transandino por donde pasa el agua.

“Sedapal señala que tiene una legítima y comprensible preocupación en relación con los riesgos potenciales que cualquiera de las instalaciones del Proyecto Minero Ariana pudiesen tener a lo largo de la operación del mismo sobre la confiablidad del suministro de agua a la ciudad de Lima, es decir, no sólo sobre la Infraestructura física del Sistema Marca, sino también sobre la cantidad y calidad del agua trasvasada a la ciudad de Lima”, indicó la empresa en agosto de 2019.

CooperAcción, en alianza con Earthworks, ha solicitado un análisis científico del perito internacional Steven Emerman para revisar los riesgos que podría acarrear la construcción de la presa de relaves de la mina.

El experto internacional elaboró el informe en mención de fecha 12 de enero de 2021, que será presentado a la opinión pública este martes 16 de febrero a las 5:30 p.m. por la plataforma Wayka.

Por su lado, la campaña Día Cero Perú, que promueve la sociedad civil preocupada por este tema, participará en la audiencia con sus representantes y defenderán la postura de que este proyecto debe detenerse hasta que no se hayan absuelto todas las dudas y cuestionamientos técnicos a los riesgos que representa.

Asimismo, la campaña ha lanzado el hashtag #SalvemosElAguaDeLima en redes sociales para que la ciudadanía esté alerta sobre este caso. https://rpp.pe/

El drama por la cuarentena en Cantagallo, la única comunidad indígena urbana de Perú

Pese a vivir a apenas un kilómetro del palacio presidencial, en Lima, nada ha cambiado para esta comunidad, que desde hace ya 20 años está asentada a orillas del contaminado río Rímac, a donde en 2001 llegaron en busca de oportunidades un grupo de familias de la etnia shipibo-konibo procedentes de la región amazónica de Ucayali.

Hoy la olla comunal de Cantagallo luce vacía. Solo se llena si reciben donaciones y en los últimos días son pocas, apenas de algunos amigos o conocidos.

"La olla es incluso prestada. Ni siquiera tenemos olla propia", lamenta, mientras golpea el metal la artista Olinda Silvano, que junto a más de 200 mujeres se ha quedado en la cuarentena sin vender sus pulseras, collares, mascarillas o telares con el inconfundible kené, el diseño geométrico tradicional de su cultura.

SIN VENTAS, NO HAY COMIDA

"Estamos sintiendo el golpe, porque vivimos del arte y no tenemos una mensualidad. No hay forma ahora de que las madres artesanas salgan a vender", explica Silvano, la artista shipiba más famosa, con murales en varios países e incluso en Arco, la prestigiosa feria de arte contemporáneo de Madrid.

Desde hace pocos meses Cantagallo tiene su propia Casa Cultural, un contenedor de mercancías convertido en una tienda con todas las artesanías que producen sus mujeres, pero sin visitantes estos días.

"Si no hay venta no hay como alimentar a nuestros hijos", indica Silvano, que recientemente fue elegida como nueva presidenta de la Asociación Comunidad Urbana Shipibo-Konibo de Lima Metropolitana (Acushikolm), una de las cuatro que reúne a los habitantes de Cantagallo.

NI BAÑOS NI LAVADEROS DE MANOS

En la explanada contigua a la Casa Cultural ya no están los baños portátiles instalados durante el primer confinamiento por la Municipalidad de Lima, pese a que la comunidad continúa sin tener un sistema de desagüe, lo que les obliga a verter las aguas residuales de sus humildes casas a la tierra de las calles sin pavimentar.

Solo queda un empolvado, deteriorado y descompuesto módulo de lavaderos de manos, un vestigio vallado e inservible de la ayuda no siempre efectiva que recibió Cantagallo durante la primera cuarentena.

"Solo funcionó el primer día, porque hay problemas de agua para conectarlo", indica a Efe Ricardo Franco, presidente de la Asociación de Viviendas de Shipibos en Lima (Avshil).

"Nos dicen que nos lavemos las manos todo el día, ¿pero con qué agua? Tener agua también es un derecho humano y todos los peruanos deben tener los servicios básicos", recuerda a Efe Vladimir Inuma, subjefe de Acushikolm.

HASTA TRES DÍAS SIN AGUA

El agua solo llega por la noche a un caño comunal donde las familias aprovechan para aprovisionarse para todo el día con baldes y recipientes varios, siempre de buena mañana porque a partir de las 6:00 se corta el agua hasta la medianoche.

"Hay momentos que estamos dos o tres días sin agua. Tampoco tenemos luz. La luz es prestada. Viene y se va. Somos shipibos de Perú, y también pertenecemos a este país maravilloso, por el que sacamos pecho y le hacemos quedar muy bien con nuestro arte", añadió.

El anterior confinamiento no evitó que la covid-19 entrase a Cantagallo, donde contagió al 72 % de los habitantes, según una serie de pruebas serológicas (rápidas) tomadas en abril de 2020.

Olinda Silvano fue una de las afectadas: "Estuvo muy feo. Mi cuerpo se debilitó y me dolían los pulmones, la cabeza y los oídos. Mi mano perdió fuerza, pero mi espíritu estuvo fuerte. Cerraba los ojos y me imaginaba bordando. Hay que tener fe y valentía", relata.

RESURGIDOS DE LAS CENIZAS

La pandemia de la covid-19 es solo uno más de los múltiples infortunios que han sufrido los shipibos desde su llegada a Lima, como el gran incendio que en 2016 redujo a cenizas todo el poblado mientras esperaban su demanda más antigua: el título de propiedad de sus casas, algo que todavía no llega.

Cansados de las promesas de viviendas incumplidas por distintas autoridades, los shipibos de Cantagallo volvieron a la zona calcinada y reconstruyeron sus casas con lo que tenían a mano con la convicción de no marcharse hasta tener sus títulos de propiedad.

"Vinimos desde Ucayali en busca de una mejor calidad de vida. Si el Estado realmente quiere ayudar, que cumpla con lo prometido, que es tener una vivienda digna y lo básico: saneamiento (agua y desagüe)", opina Inuma, ataviado con una camisa hecha en Cantagallo con motivos shipibos.

PLOMO Y ARSÉNICO EN EL SUELO

Sin embargo, varios informes acreditan que el suelo de Cantagallo está contaminado con niveles excesivos de plomo y arsénico, producto de distintos escombros acumulados en el lugar previamente a la llegada de los shipibos, algo que no asusta a los indígenas, quienes a toda costa quieren seguir ahí.

"Llevamos años muchos aquí y no nos hemos muerto. Ya les hemos dicho que no vamos a salir sin una solución firme. Vemos que el Estado no quiere hacer nada por nosotros. De repente no hay voluntad política de hacer obras para la comunidad shipiba", apunta Inuma.

Por eso "Cantagallo resiste" es ya un lema grabado a fuego para sus habitantes, todo un pueblo que no se agota de reclamar sus derechos más fundamentales y de salir de la invisibilidad en la que están para algunas autoridades. "Cantagallo es la resiliencia y acá seguimos resistiendo", sentencia Olinda Silvano. https://www.vistazo.com/

“Defender el Agua es Defender la Vida”

http://hidroboletinfentap.blogspot.pe

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