Viernes, 12 de agosto de 2022 – Año XV – Edición 4029 – http://hidroboletinfentap.blogspot.pe
Trabajadores de Sedapal anuncian una
paralización
Ante el incumplimiento del D.S. 001-2022 que limita la tercerización laboral
Trabajadores de la empresa de saneamiento Sedapal de Lima, anuncian
una paralización de labores, ante el incumplimiento del Decreto Supremo
001-2022 que limita la tercerización laboral en el Perú.
Actualmente, según el sindicato Sutesal, son más de 9,400
trabajadores bajo tercerización laboral en Sedapal, muchos de ellos con más de
20 años de trabajo en la empresa, realizando labores permanentes, propias de la
actividad principal.
HIDROREGIONES PERÚ
Arequipa: Resuelven contrato de obra de agua y desagüe afectando a 50 mil
El Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento
(MVCS) resolvió el contrato que había firmado con la empresa alemana Ludwig,
Pfeiffer Hoch-und Tiefbau GmbH & Co. KG para la ejecución del proyecto de
agua y alcantarillado de las asociaciones Apipa y José Luis Bustamante Y Rivero
en el distrito de Cerro Colorado.
El área legal del referido ministerio decidió ponerle fin a
este contrato debido a que la empresa alemana incurrió en una falta contractual
al paralizar desde el pasado 11 de junio las obras de saneamiento de manera
inopinada, según se conoció, por problemas de solvencia económica.
Como se recuerda, la primera piedra para la ejecución de
esta obra se puso en octubre del 2021 y debía culminarse en un plazo de 18
meses, es decir, en marzo del 2023. La obra, que demanda una inversión superior
a los S/ 250 millones, es financiada gracias a un convenio entre el Estado
peruano y el Banco Mundial.
“Luego de hacer la respectiva consulta con el Banco
Mundial, hemos tomado la determinación de resolver el contrato con la empresa
ejecutora porque observamos una paralización de obras injustificada de 28
días”, manifestó Ricardo Soldevilla, especialista social del Ministerio de
Vivienda.
El funcionario explicó que, a la fecha la ejecución de la
obra solo tiene un avance del 8% y que hasta el mes de abril se había
desembolsado un pago de S/ 12 millones a la empresa, quedando pendiente un pago
de alrededor de S/ 2 millones 500 mil por el mes de mayo y algunos días de
junio.
Ahora, corresponde realizar el proceso de liquidación a la
empresa, aunque no se descarta que esta pueda interponer un recurso de arbitraje,
mostrando su desacuerdo con la resolución del contrato para evitar el pago de
las penalidades respectivas.
Empero, el Ministerio de Vivienda ya viene alistando un
nuevo proceso de licitación para encontrar a otra empresa que se encargue de
ejecutar el saldo de la obra, buscando que la misma tenga solvencia financiera,
aunque esto podría demorar entre 4 y 5 meses en el mejor de los casos.
“Vamos a agilizar este proceso para reiniciar las obras lo
antes posible, mejorando nuestros filtros. Esta obra no va a sufrir el
entrampamiento eterno de otras obras en la región. El riesgo de que haya un
proceso de arbitraje es mínimo”, dijo Soldevilla.
Es preciso recordar que, son alrededor de 50 mil personas
las que esperan la ejecución de esta obra de saneamiento que depende de los
reservorios N-31 y N-39. https://exitosanoticias.pe/
Piura: Vecinos del AA HH Pachitea denuncian falta de agua potable desde hace 5 días
Un grupo de vecinos del
asentamiento humano Pachitea, en el centro de Piura, salieron a las calles para
protestar ante la falta de agua que padecen hace 5 días.
Según la vecina Rosa Cotrina, la
EPS Grau no les ha informado sobre este desabastecimiento y exigió a las
principales autoridades y al gerente de la entidad prestadora, dar pronta
solución al problema que afecta, sobre todo, a niños y adultos mayores.
“Llevamos 5 días sin agua, no es
posible que estando en la situación de la pandemia no tengamos el servicio. Le
pedimos por favor al gobernador regional, al alcalde y al gerente de EPS Grau
que lo solucionen”, manifestó.
Se informó que la falta de agua
afecta, principalmente, a usuarios de las calles Cajamarca, Roma y Marañón,
quienes deben aguardar por cisternas para obtener el líquido elemento que se
usa para el aseo y otras actividades cotidianas.
Ante esta situación, los
indignados vecinos comentaron que, de no darse una pronta solución a este
problema, suspenderán el pago de sus recibos por dicho servicio, porque
consideran como un “abuso” estar desabastecidos.
“Sencillamente no pagar el
recibo de agua, suspenderlo. Nosotros estamos al día (con los pagos). Que nos
den solución definitiva porque siempre nos cortan (el agua), hasta en los meses
de verano es la misma situación”, advirtió el vecino Reynaldo Flores.
Los afectados aseguraron que la
entidad prestadora les envía cisternas con agua para mitigar la situación; sin
embargo, argumentan que dicho líquido no es apto para el consumo humano y puede
ocasionarles enfermedades gastrointestinales. https://www.cutivalu.pe/
HIDROMUNDO
Todas las manchas del petróleo: las que se pegan y no se olvidan
Los proyectos de gas y petróleo
se presentan ante la opinión pública como una línea de progreso irreductible,
por lo que oponerse a ellos equivale decir también no a la prosperidad. Pero,
experiencias en Brasil, Colombia y Guyana, la frontera hidrocarburífera más
importante del hemisferio, demuestran que estos no solo tienen impactos
ambientales con consecuencias potencialmente irreversibles, sino que además
dejan heridas marcadas en el tejido social.
Entre ellas se encuentran la
precarización de vida de las mujeres, la profundización de desigualdades de
ingreso, las amenazas a los derechos humanos y la democracia, la regresión de
las economías tradicionales y el empobrecimiento, hasta el aumento de la deuda
pública de la que se suponía que un país pobre se liberaría con la llegada de
estos emprendimientos.
Omerzita Barbosa, directora
ejecutiva de la pastoral social de pescadores de Brasil (CPP), lo vivió en
primera persona. Jamás olvidará esta fecha: 30 de agosto de 2019. Ese día
empezaron a llegar manchas de petróleo de Pernambuco a Bahía. Venían
misteriosamente como invasores de otra galaxia. Manchas y más manchas. Manchas
que, eventualmente, llegaron a ocupar casi 3000 kilómetros de costa, en 11
estados. El accidente más extenso del mundo.
“Cuanto más petróleo retiraban,
más llegaba”, recuerda como una pesadilla. “Como ocurrió en el nordeste, una
zona invisibilizada del país, era un asunto que era invisible también para el
resto de la sociedad”, precisa.
Hasta hoy, nadie sabe a ciencia
cierta de dónde llegó ese volumen de petróleo que la gente desesperada empezó a
juntar con la mano desnuda porque se comía la playa y a todas sus criaturas,
embadurnándolas hasta la muerte. Se mancharon manglares, arrecifes hermosos,
bosques de algas. Como el mar y los humanos se distinguen en las formas, pero
están intrínsecamente unidos, eventualmente, la contaminación afectó a todas
las comunidades en más de una manera.
Un artículo de la revista
Environmental Science Pollution lo resumió así: “El vertido afectó, al menos, a
34 especies amenazadas, con impactos detectados en el plancton y las
comunidades bentónicas. Se registraron impactos agudos en equinodermos,
simbiontes de coral, poliquetos y esponjas con evidencia de ingestión de
petróleo. Se detectaron impactos socioeconómicos en la seguridad alimentaria,
la salud pública, el alojamiento, la igualdad de género, el turismo y la pesca,
con reducción de ventas, precios, atractivo turístico, el producto bruto y el
empleo”.
Barbosa cuenta que los pescados
estaban contaminados, como las personas que los ingerían, que tuvieron
manifestaciones gastrointestinales de las peores. Los compradores comenzaron a
escasear por miedo a esa misma contaminación, por lo tanto, la moneda que el
pescado trae también.
Nadie más quiso el marisco
porque éste absorbe la mugre petrolera como una esponja. Y las marisqueras, que
en general son mujeres, empezaron a sufrir violencia doméstica porque no
podrían traer el sustento. Las enfermedades respiratorias se hicieron
costumbre, sobre todo entre aquellos que se dignaron a sacar con su propio
esfuerzo esa cosa viscosa que se pegoteaba a todo lo existente, con o sin vida.
El gobierno de Jair Bolsonaro
primero negó la catástrofe. Luego, culpó a Greenpeace. Lo cierto es que la
ayuda estatal no llegó nunca. Hasta ahora, dice Barbosa, más de 200 000
pescadores artesanales se vieron afectados. “La cifra puede crecer a 250 000”,
acota.
Frecuentemente, se suele
presentar a Brasil como un caso de éxito de la industria petrolera, sin
derrames ni resistencias. Ninguna de estas cosas es cierta, asegura Barbosa,
que habla de persecuciones y amenazas a la vida de los opositores a estos
proyectos en lugares paradigmáticos como Río de Janeiro.
Ahora, ExxonMobil quiere hacer
exploraciones sísmicas en el estado de Sergipe, y las comunidades locales,
sobre todo las indígenas, están que arden. La empresa reparte comida para
agarrar a los desesperados. Y quiere enseñar a la gente a reaccionar en caso de
accidente. “Es absurdo”, sentencia.
Exiliada por el fracking
Yuvelis Natalia Morales Blanco
es colombiana, tiene 21 años y está exiliada en Francia. Su exilio es hijo del
fracking, el nombre en inglés de la fractura hidráulica. Tres fueron las
amenazas contra su vida. Tres.
La primera: entraron hombres
armados a su casa cuando estaba sola con su hermanita. Y, mientras le decían
cosas horribles, uno se puso a jugar con su pelo. Revive ese momento y el asco
le atraviesa el rostro y las entrañas. Un rato después, tiene náuseas. Y esa
fue una experiencia. La primera. La última fue en febrero de este año. La
sacaron del país. Después, la recibió el presidente Emmanuel Macron.
¿Por qué será que necesitarán
matones para callar a esta joven menuda? ¿Vale más el petróleo de Colombia que
su voz?
Morales es de Puerto Wilches,
una localidad pequeña en el departamento de Santander. Está llena de ríos y de
ciénagas. Cuando ella habla de su pueblo, le brotan mariposas de la boca.
Flores. Animales mágicos. Parece vibrar con esa tierra y esa agua. Y también
con el verdor.
Con toda su poesía espontánea,
de repente, se convirtió en una voz potente contra el fracking, a pesar de su
juventud, a pesar de su negritud, a pesar de ser hija de pescador. Del otro
lado, estaban EcoPetrol, la compañía nacional, y ExxonMobil intentando hacer
fracking nada más y nada menos que donde más agua hay en todo Colombia.
Técnicamente, el fracking está
prohibido en el país, pero se iban a hacer dos experimentos piloto, justo en
Puerto Wilches. Pero, ahí estaban Morales y sus compañeros de Afrowilches y
Aguawil, que quedaron espantados con la novedad viniendo al pueblo. ¿Qué hacer?
“Luchar contra el fracking
significa luchar en contra del gobierno, porque la estatal es Ecopetrol. Esto
tiene intereses nacionales e internacionales, por la ExxonMobil. ExxonMobil con
todo el dinero que mueven, y todo lo que hacen y significan. Nosotros, ante
ellos, no éramos nada. Sólo un grupo de chicos pelados que no le importan a
nadie, que los pueden matar y nada va a pasar. Ellos no van a parar el
fracking, deben haber pensado. Pero, nos veíamos con mucha esperanza también,
porque éramos nosotros intentando hacer algo”, recuerda Morales.
“Empezamos a hablarle a la gente
de amor, de lo bonito que tenemos y de que Puerto Wilches tiene una reserva
hídrica increíble, que es corredor del jaguar, que tenemos bosque nativo, el
Río Magdalena, más de 200 fuentes hídricas, especies en peligros de extinción,
especies endémicas y espejos de agua, como las ciénagas, que son un paraíso en
la tierra”, cuenta.
“¿Como tú, como persona
consciente de los territorios maravillosos que tenemos, vas a permitir que lo
exploten y lo dañen? Si a nuestras fuentes hídricas les pasa algo, Colombia se
queda sin agua. Fue decir esto y recibir a hombres armados apuntándome en la
cabeza, diciendo que dejara de molestar con eso del fracking porque me iban a
matar”, sigue.
Y completa: “A mí, como mujer,
eso me impactó mucho más allá de que a una la amenacen. Una amenaza contra un
hombre es diferente. A mí me amenazaron y me tomaron el cabello. Me sentía tan
vulnerable. Estaba ahí sola en mi casa, como podría estar otra mujer que se
supone está tranquila. Estaba con mi hermanita. Yo tenía el cabello muy largo.
Me lo corté porque no pude superar el trauma de sentirme tan frágil ante
ellos”.
Hasta el día de hoy, las pruebas
piloto de fracking continúan suspendidas en Puerto Wilches por una acción
cautelar en Colombia. No están cancelados definitivamente, aunque el nuevo
escenario político del país pueda ser su tumba. Sin embargo, las marcas que
dejó en Morales y otros dirigentes en la piel y en la vida, no se olvidan.
Serán permanentes.
Más crudo, más deuda
No todo lo que brilla es
petróleo y en Guyana, que tiene los yacimientos más importantes descubiertos en
los últimos años, con reservas recuperables de 10.000 millones de barriles, lo
deberían saber muy bien.
La maquinaria de opinión pública
de las petroleras prometía que este país, uno de los más pobres del continente,
se iba a transformar en Dubai o en Noruega, por las formaciones que están
debajo del lecho en el que confluyen dos ríos fabulosos: el Amazonas y el
Orinoco.
Y, sin embargo, lo que viene
acumulando el Tesoro Nacional es deuda, entre otras cosas, porque el acuerdo al
que el gobierno llegó con un consorcio de la industria liderado por ExxonMobil
es tan desfavorable que, al final del día, lo único que le va a quedar a Guyana
es un pasivo ambiental gigante y una pesquería en vías de extinción.
En 2016, el país se comprometió
a pagar por todos los gastos de capital de la exploración y extracción
petrolera retroactivos a 1999. O sea que, en los hechos, las compañías no
arriesgaron ni arriesgarán nada.
Si ExxonMobil va y hace un pozo
en un lugar seco, la cuenta la pagan igual los guyaneses. Por eso, cuando se
vende el petróleo, Guyana solo se queda con 12,5 % de la facturación. Otro 12,5
% se lo quedan las petroleras en concepto de ganancias. Y el restante, 75 % es
para cubrir los gastos de capital, aunque sean de hace dos décadas atrás.
El Institute for Energy
Economics and Financial Analysis (Iefa) escribió que “dado que los costos
recuperables incluyen 100 % de todos los costos de desarrollo (inicialmente 33
000 millones de dólares en los primeros cinco años), el proyecto arrastra un importante
saldo que corresponde al contratista hasta al menos 2028″.
«El importante saldo de los
costos de desarrollo pendientes podría tardar aún más en satisfacerse, ya que
las nuevas inversiones, los costos previos al contrato, los retrasos operativos
y la volatilidad de los precios del petróleo pueden alterar los planes
financieros», añadió.
El reembolso de los costos de
desarrollo y de otros costos recuperables disminuye la cuantía de los ingresos
anuales de Guyana procedentes del petróleo de beneficio. Hasta que los costes
totales recuperables se paguen en su totalidad, Guyana solo recibe el pago
mínimo, 12,5 «% de los ingresos brutos”, completó.
Guyana también está pagando por
adelantado los costos de cierre de los pozos, dinero que debería quedar
resguardado en una cuenta custodia, pero no lo está. Si mañana ExxonMobil se
retira del país, nadie tendrá acceso a esa plata. El trato solo les cierra a
los políticos de turno, no al país.
Según Iefa, por la venta de
petróleo desde 2019, cuando se inició la producción, Guyana recibió 607
millones de dólares. El consorcio de compañías se quedó, en cambio, con 3600
millones. Sin embargo, el país se vio obligado a tomar préstamos
internacionales por 420 millones de dólares para tratar de cerrar sus cuentas
públicas, porque siempre está gastando de más en la expansión de la frontera
hidrocarburífera y dándole incentivos fiscales a las compañías, que poco
retribuyen en el desarrollo del país.
Guyana, que tiene una clase
política maleable, se apuró a firmar un acuerdo que no le conviene con tal de
sacar el petróleo que tiene y, los beneficios que se suponían que iban a llover
como maná del cielo, simplemente no se materializan.
Eso es lo que hace la ideología
fósil. Los políticos se confirman con la ilusión de hacerse ricos a como dé
lugar, aceptando cualquier cosa de las empresas, que sólo dejarán un pasivo
ambiental enorme. Te venden el paraíso, cuando en realidad te están mandando al
infierno.
“Por cada dólar que Guyana
obtiene, las compañías tienen seis. Además, Guyana tiene más deuda. Cada vez
que anuncian un nuevo descubrimiento, Guyana tiene que pagar más”, señala la
abogada Melinda Janki, que representa a ciudadanos que están demandando al
gobierno para que se cumplan las leyes ambientales del país, que —de aplicarse—
deberían frenar toda la explotación hidrocarburífera offshore.
En este momento, hay tres casos
en los tribunales. Uno de ellos es el mayor caso de cambio climático del mundo,
asegura la letrada.
“Están destruyendo el sector
pesquero. Se nota en los precios. Hay menos pescado y los pescadores no tienen
más plata. Tienen que buscarse otros trabajos. Estos son pescadores
habilidosos, que conocen el océano, las corrientes, los bancos de pesca, tienen
una relación muy cercana con el océano. Ahora tienen que abandonarlo y buscar
oficios que no saben hacer o para los cuales no tienen conexiones”, cuenta.
La producción de los bloques
Liza 1 y Liza 2 se realiza con enormes embarcaciones flotantes, no con
plataformas tradicionales. Los pescadores fueron los primeros en detectar los
efectos, porque el pescado empezó a desaparecer. Ellos se dieron cuenta,
además, que las empresas estaban haciendo flaring, o sea, quemando los excesos
de gas, lo que estaba prohibido.
Las compañías usan el agua del
océano para enfriar sus sistemas y luego la tiran caliente, provocando un
aumento de la temperatura de hasta tres grados que se siente a varios
kilómetros a la redonda. Pero, ¿quién controla? Guyana tiene buenas leyes, pero
no puede ejecutarlas. Es así que Janki, aplicando esas mismas leyes, espera
detener los proyectos en las cortes.
En el pasado, Janki, que es
abogada internacional, trabajó en las oficinas de Londres de la petrolera BP.
Ella sabe que esta es una industria de mucho riesgo. “No se puede hacer
offshore production sin cosas que salgan mal. Ningún sistema es perfecto,
Ninguna persona es perfecta. Y, cuando combinas esas imperfecciones con gran
peligro, tienes una situación que no se puede permitir. No importa cuanta plata
haya en juego”, apunta.
“La opinión de la gente ha
cambiado mucho. El costo de vida aumentó. La gente que trabaja en la industria
tiene tanta plata que empuja los precios para arriba, y la gente se está
volviendo más pobre. Las compañías petroleras no pagan impuestos. Si eres una
enfermera y salvas a las personas, pagas impuestos. Pero, si eres ExxonMobil,
no”, explica.
Producto de sus ríos caudalosos,
la costa de Guyana es de barro. Y, por esa razón, van las especies a desovar,
incluso las criaturas más fantásticas, como las tortugas. Desde que comenzó la
producción, se empezaron a observar varamientos de ballenas.
Las empresas no solo sacan
petróleo, sino que también tiran tóxicos al agua, como vertidos cloacales y
residuales. Por cada barril de crudo que se saca de aguas ultraprofundas, se
obtienen cinco litros de vertidos tóxicos que sencillamente no hay dónde meter.
Un negocio sucio.
“A Exxon se le permite verter
las aguas residuales en el océano. Pero, por supuesto, no sabemos lo que
realmente está vertiendo y cuánto, porque nadie está supervisando y controlando
la operación de perforación”, agrega Janki.
La promesa de ser Bahrein, Dubai
o Arabia Saudita no le llegó a esta nación aún, ni con estos precios inflados
por la invasión rusa a Ucrania. En cambio, lo que sí pasó es que Guyana, con
sus fabulosos bosques tropicales, está dejando de ser un sumidero de carbono
para convertirse en una peligrosa bomba de emisiones.
Este artículo es parte de la
Comunidad Planeta, un proyecto periodístico liderado por Periodistas por el
Planeta (PxP) en América latina, del que IPS forma parte. https://ipsnoticias.net/
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